Pirámide del arte | ¿Qué hace que un artista sea un artista?

Concepto original, Creatividad, Divulgación artística, Ideas, Inteligencia artíficial -

Pirámide del arte | ¿Qué hace que un artista sea un artista?

Desde aquella noche de insomnio ocurrida en 2022, donde permanecía en un permanente estado de vigilia por la lluvia, casi tormenta interminable de pensamientos e ideas, algunas lloviznas y otras chubascos, cayó un diluvio. Fue en esa noche que me propuse comenzar a escribir artículos. Estos artículos tenían un objetivo común: el de enseñar e inspirar a otros artistas a que crearán el arte del que son capaces. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que una enorme brecha existe entre los que dicen ser artistas y los que verdaderamente lo son. 

Saber pintar no te hace pintor, tomar fotos bonitas no te hace fotógrafo, escribir prosas elocuentes no te vuelve escritor y cantar hermoso no te convierte en músico. Entonces ¿Qué hace que un artista sea un artista?

La Pirámide del arte

Como todo en este mundo, nada se crea por sí mismo y todo es un ciclo de dependencia. El colibrí depende del árbol para ser colibrí, el árbol depende del agua para ser árbol, el agua depende del ciclo hidrológico —otro ciclo—para ser agua.

Somos naturalmente dependientes de seres y cosas ajenas a nosotros mismos, la naturaleza nos creó así para enseñarnos sobre empatía, solidaridad, a ser uno mismo con el mundo en que habitamos. Cada vez que compartimos algo con alguien, o que mostramos nuestras obras de arte, o que creamos un hijo, estamos manifestando el menester de la naturaleza, el deseo de Dios.

1 + 1 = 3. 

Lamentablemente, en declaración de nuestro "libre albedrío", ejercemos la independencia creyendo que eso nos hace libres de verdad, cuando en realidad, la respuesta se encuentra en la interdependencia. La independencia es una manifestación del ensimismamiento, una reclusión, un aislamiento del mundo, desprovisto de todo tipo de conexiones y apartado de los milagros que la naturaleza tiene por ofrecerle. La interdependencia, por el contrario, es una sinfonía en la que cada instrumento, con su tono y timbre únicos, contribuye a la armonía general. Imagina una majestuosa red tejida de hilos dorados y plateados, cada uno sosteniendo y siendo sostenido por otros. El amor, la unión, la sinergía, son las cosas que verdaderamente mueven al mundo.

«Cada uno da lo que recibe
Y luego recibe lo que da
Nada es más simple
No hay otra norma
Nada se pierde
Todo se transforma» 
—Jorge Drexler

Durante mucho tiempo emprendí una búsqueda tratando de averiguar qué es lo que hace que un artista sea un artista, me preguntaba: ¿será la escuela de artes la que te convierte en uno?, ¿o quizás, al llegar a un determinado número de obras culminadas?, ¿o que tal si uno se convierte en artista desde el momento en que experimentó la dicha, la libertad verdadera que solo los artistas experimentan cuando crean arte?

Jorge Förster Mujica nos dice en su excepcional contribución Arte y cerebro que todos los que saben apreciar el arte son internamente artistas, y que lo único que los separa de exteriormente serlo, son los procesos y técnicas que el artista utiliza para pasar de contemplación y entendimiento a plasmación, es decir, a la obra terminada. 

Sin embargo, yo insatisfecho aún, encontré una respuesta, la gran diferencia, y con esto hago una separación, una discriminación entre un artista y una persona de talento, puesto que esta diferencia requiere valentía, vulnerabilidad y deseos de conexión, por ello no cualquiera merece ser llamado artista. Esta diferencia yace en que el verdadero artista muestra sus obras de arte al público, les deja contemplar lo que ha creado, les permite interpretar sus obras de acuerdo a lo que yace en el corazón de cada uno, mientras que la persona de talento ha decidido esconderse, creando solo para sí, que egoísmo el de esta gente.

Inicie hablando sobre el ciclo de dependencia que rige las leyes del universo. Este artículo no es más que otra manifestación de la fuerza del conjunto, y de lo que es capaz de crear este conjunto. Este artículo es para que nunca olvidemos que la independencia no nos lleva a ningún excepcional lugar. Esto es el principio de la pirámide del arte, los tres pilares que mueven, y al mismo tiempo mantienen al arte yace en lo siguiente:

El artista necesita de una audiencia que oiga sus melodías, la audiencia necesita de un artista que componga sonetos para aliviar su alma, el arte es la convergencia artista-audiencia, es el elemento que los une. Lo que hace que un artista sea un artista se encuentra en que el verdadero artista si publica sus obras de arte, permitiendo crear conexiones en su audiencia, siendo el arte el vértice que los une. La pirámide del arte es un concepto que cree para entender cómo funciona el arte y cuales son sus ingredientes principales para que, incluso hoy en día, podamos disfrutar recetas creadas por artistas en los años más jóvenes de la sociedad.

Ahora, lo próximo que estás por descubrir son las partes explicadas de cada vértice del triangulo perfecto, la pirámide del arte.

Artista

«Es imposible escribir algo que no se haya visto previamente, pues antes de que una palabra pueda llegar a la página, tiene que haber formado parte del cuerpo, tiene que haber sido una presencia física con la que uno haya convivido, igual que convive con el corazón, el estómago y el cerebro.» —Paul Auster

El primer vértice de la pirámide del arte es el artista, el ser humano que crea para otro ser humano, el inicio de la ecuación, es el contador de historias, el hacedor de arte y creador de conexiones. Cualquier obra de arte con la que hayas sollozado, enojado o sentido algún fuerte sentimiento, fue creada por alguien para ti.

El artista es un buscador y encontrador, pensador y hacedor, observador nato de todo cuanto hay a su alrededor, dedicado a fluir, no juzga los corazones de otros, pues sabe que cada corazón late a diferente paso; vive en dos mundos: el suyo propio, donde se halla ensimismado, y otro en donde no existen las leyes ni las reglas ni la muerte ni lo insignificante; es jarrón roto intentando ser llenado, viajero del tiempo, colibrí, alquimista, visionario, peregrino solitario, comandante de su lucha, capitán de su barco, director de su vida, el que encabeza la orquesta, despertador de corazones apesadumbrados, un ser que carga en hombros propios expectativas de hombros ajenos, pero sobre todo es humano, un ser común y corriente, con problemas de gente común y corriente, con deudas, crisis existenciales, pérdidas de seres queridos, faltos de amor y atención, que tienen hijos discapacitados o se sienten insuficientes, que no hallan su lugar en el mundo o se encuentran sumergidos en drogas, cargan con traumas de sus antepasados o de vidas pasadas, sufrieron bullying cuando estaban en la escuela, pertenecen a cualquier clase social, etnia, religión y también comen barbacoa los domingos.

Todo ser humano tiene la capacidad de convertirse en artista, el artista es el humano que ha aprovechado su humanidad, pues compró la capacidad de transformar sus lóbregos y vehementes días en obras de arte, son seres que, desangrados, utilizan su sangre como tinta, su conocimiento y sabiduría como la mano que dirige lo que escribe, su imaginación como contador de historias y autor de la novela, y su disciplina, estilo y técnica como creador de prosas elocuentes.

Nada es más importante para el artista que su vida propia, pues en ella se encuentra el mayor material de sus obras, sus desgracias y bienaventuras determinan la calidad, la honestidad, la vulnerabilidad de su arte. El artista debe pensar en su vida como un contenido rico en experiencias que serán las inspiraciones para crear sus personajes, sus prosas, sus movimientos, pinceladas, estrofas y guiones. Todo cuanto ocurre en la vida del artista no es más que material para su arte.

«El artista no crea de la nada, el artista no hace sino captar de un instante o de una experiencia, una idea, y luego trata de reproducirla, pero no sólo de reproducir el hecho, sino aquello que vio a través de ella. La creación pura no existe en términos absolutos ya que nada existe que no esté dentro de la naturaleza, y nuestra capacidad de crear parte de los elementos ya dados y de su posibilidad de combinarlos». —Jorge Förster Mujica

Solo un ser humano puede crear un Hamlet, una Noche Estrellada, un David, un Bohemian Rhapsody, o El Padrino, un Taj Mahal, un Giselle o una Niña Afgana, El paraíso perdido o una Carmen. Solo un un ser con alma puede mostrarnos lo que significa tener alma, el vivir en un mundo lleno de estímulos, con sus luces y sombras, con sus colores tan ricos en matices. Una inteligencia artificial, como mucho, servirá de herramienta para el artista, pues ningún ChatGPT tendrá la vida de mierda que tuvo Bukowski, o estará cautivo en los campos de concentración como Ana Frank, o experimentará lo que es ser un ajeno a la sociedad como Van Gogh, o padecerá sordera como Beethoven. Una inteligencia artificial, como mucho podrá vagamente interpretar momentos y sentimientos humanos tras haber recabado millones de datos, pero eso es lo que hace especiales a los humanos, que cada uno interpreta su vida de acuerdo a las historias que se han contado en su árbol familiar,  en suma, todo ser que se encuentra herido elige recurrir a su salvación o catarsis presentada en forma de filosofía, religión u obras de arte.

«Me fastidiaba levantarme de la cama por la mañana. Esto significaba empezar la vida de nuevo y después de estar en la cama toda la noche has creado un tipo de intimidad a la que es muy difícil renunciar. Yo siempre fui un solitario. Perdona, supongo que lo que me pasa es que estoy desquiciado, pero, quiero decir, salvo por lo de echar un polvete de vez en cuando, no me importaría que todos los habitantes del mundo se muriesen. Sí, sé que no es agradable. Pero yo me pondría tan contento como un caracol; después de todo fue la gente la que me hizo desgraciado.» —Charles Bukowski 

El artista fotografía sus sentimientos, sus pensares, pesares y su relato. Esa fotografía es su obra de arte, una obra única, pues su perfección no solo radica en la técnica, en la complejidad, en la disciplina o mensaje, sino en la suma de vivencias que tuvo que pasar ese artista para llegar a esa obra en específico. Quizás podamos pedirle a una inteligencia artificial que actúe como alguien pobre, que haya sido encarcelado varias veces por ese menester. Si nos volvemos más creativos, podemos agregar que sea capturado por piratas berberiscos durante 5 años y que, en ese lustro haya intentado escapar decenas de veces, que sea amenazado de muerte y que pierda la movilidad de su mano izquierda. Podemos pedirle a la inteligencia que cuando sea finalmente libre, escriba una obra de fantasía, una adelantada a la época, que sea tan excepcional que nadie la acepte como obra producto de genio, digámosle ahora que se sienta miserable por su fallido intento de obra, que intente superar la precariedad con la que viven él y su familia. ¿Qué obra tendrá por darnos esta inteligencia artificial? Sin duda no un Don Quijote de la Mancha, pues solo un humano, con estímulos del mundo exterior y con la sabiduría que yace en su interior y con la humana habilidad de aprender todo cuanto excita su espíritu, podrá escribir esta excepcional novela. Ese humano es real, existió en la España joven, en 1547, su nombre es Miguel de Cervantes.

«La pluma es la lengua del alma; cuales fueren los conceptos que en ella se engendraron, tales serán sus escritos.» —Miguel de Cervantes

Un árbol es un árbol, un colibrí es un colibrí y el arte es el arte, y ninguna inteligencia artificial ni nuevos instrumentos ni ningún humanoide va a cambiar eso. Pues siempre que exista el alma en el ser humano, va a precisar apreciar una obra de arte proveniente de otro ser humano. Si es que, en un futuro ya no existen los artistas, ya no habrá arte que valga la pena ser admirado, pues habrá perdido la sustancia, el color, el sabor, el deseo de alcanzar la divinidad de Dios y la eternidad de la humanidad mediante un acto humano en forma de obra de arte, veremos vestigios de arte en un intento artificial de alcanzar lo que en una época cambió el curso del mundo, habrá arte muerto, si es que a eso se le puede llamar arte. 

«Se requiere de mucha desesperación, insatisfacción y desilusión para escribir unos pocos buenos poemas.» —Charles Bukowski

Arte

«Debo dejar algo claro: no he dicho nada extraordinario ni tampoco sorprendente. Lo extraordinario comienza en el instante en que yo dejo de escribir. Pero entonces ya no soy capaz de hablar con ello.» —Maurice Blanchot

El vértice segundo es el arte, un producto de un ser humano creado para crear conexiones en otro ser humano, es el puente entre el artista y su audiencia.

El arte es empresa personal, porque refleja al artista, su creencia, su fe, lo que tiene por  decir o lo que pretende cambiar; es causal y casual, es producto de soledad, suma de accidentes, una metáfora de la naturaleza, la razón para vivir, un motivo para respirar, son las flores que acompañan al jarrón, una necesidad dolorosa, un acto divino, intento por alcanzar a Dios mismo, una sinfonía inacabada, brújula que guía al espíritu perdido, recurso de estudio por todas las disciplinas, sed de placer, faro que guía barcos sin capitán, hambre de relatos, danza de los sentidos, orgía de estímulos, miscelánea de vivencias, paréntesis de lo inconsolable de este mundo, cafe caliente en invierno, atardecer en Durango, caminar lento, sublimación de sentimientos, tinta indeleble, creador de conexiones, menester de desgraciados, actividad de valientes, profesión reservada para los locos, ocupación de inconformes, sesión de autoconocimiento, proyecto noble, acto de esperanza, articulo de imaginación, resultado de resiliencia, lucro de desastre, fotografía de amores, novela de enseñanzas, película de aventuras, serie de desventuras, pintura de calamidades, castillo de recuerdos, melodía de sueños, escultura de pensamientos, artesanía de emociones. Todo esto y más es el arte, al menos en mi ahora perspectiva. Reunámonos de nuevo en 20 años y veamos que ha cambiado.

El arte no es un escape del mundo, es el mundo expresándose a si mismo, es la naturaleza danzante, el universo dejándose pintar sus muchas leyes. El arte es todo lo que necesitamos, es lo único que necesitamos. El trabajo del artista es mostrar esas leyes en un cuadro, una sinfonía o una fotografía con el intento de dejar vestigio en la humanidad, es decir, mostrando esas leyes a través de una técnica, un expertís, un cúmulo de disciplina y una pasión con tal fuerza que, la obra de arte se vuelva parte de la historia de la humanidad.

«El resultado final, aunque resulte paradójico, era la humildad, una forma de medir su propia insignificancia en relación con Dios; pues sólo en la mente de Dios podían existir sueños equiparables a las aspiraciones de S. Pero al soñar de ese modo, S. había encontrado una forma de participar en las cosas que estaban más allá de su alcance, una forma de acercarse unos pasos más al centro del infinito.» —Paul Auster

El arte debe ser difícil, debe exigir más de lo que es capaz de mostrar el artista, pues paradójicamente, la idea de la obra es más importante que la obra en sí. Nunca jamás, ni en los sueños mas divinos, el artista será capaz de representar en una obra lo que en su imaginación yace. Platón no se equivocó al exponer El mundo de las ideas, en donde nos dice que las ideas se hallan flotando en un mundo invisible, y que la tarea del hombre es llevar a cabo esa idea en la medida en que sus posibilidades se lo permita, lo mismo sucede en el arte. Un arte regular es la ejecución buena de una idea, un buen arte es la ejecución excepcional de una idea, un arte excepcional es la ejecución milagrosa de una idea.

«Una obra no es la suma de pinceladas, gestos o sonidos; la obra está más allá, preexiste en la mente del artista, y aunque se exprese en formas, jamás es generada por ellas. La técnica artística sola, si bien es necesaria, no hace al arte. Debe existir un complemento entre técnica e inspiración.» —Jorge Förster Mujica

Es exigencia del arte estar desembarazado de terceras intenciones más que de las dos únicas y más importantes: servir de catarsis para el artista y crear conexiones en su audiencia. En el arte existen otras necias intenciones, como el lavado de dinero, el intento por la fama póstuma, la propaganda manipuladora, el sensacionalismo, elitismo, adoctrinamiento y reforzamiento de estereotipos. No es secreto que poderosos utilicen el arte para manipular taciturnamente, o que el artista procure imponer sus creencias o que, en la misión por ser reconocido, nos muestre obras pintadas con superficialidad; arte sin alma, creaciones que, aunque técnicamente impecables, carecen de emoción, espíritu o profundidad, no logran conectar a un nivel humano, no cambian paradigmas ni incentivan a la reflexión y, para ser apreciado por el vulgo, se precisa apagar el cerebro.

El artista que no crea su arte propio se mantiene en imitador, un ser incapaz de cantar su propia música, un loro, un paraíso escondido, tan escondido que ningún hombre pueda visitar jamás, destinado a extinguirse sin que nadie haya admirado sus etéreas flores; una persona de talento que solo sirve para entretener o enseñar a otros a crear el arte del que ellos no son capaces. ¿Quién es una persona de talento más no un artista? El maestro cuya destreza es un río sin cauce, fluyendo sin dejar vestigio, es un ser que le falta la vehemencia para crear una obra propia, conformándose a enseñar lo que otros si se atrevieron a crear. El critico que conoce más de técnica que de creación, desmenuzador acrimonioso de todo cuanto a arte se refiera, pero incapaz de escribir su relato. El imitador o loro que danza bajo la sombra de dioses, condenado a ser huella de valientes y fotocopia de verdaderas pinturas. El intérprete o títere que canta melodías prestadas, con flores ajenas a su jardín, sus melodías carecen de sinceridad y su arte es más bien un producto, más no una obra de arte. Y por último el egoísta que guarda su arte como cofre cerrado, temeroso de que la luz del día revele sus imperfecciones. En complemento, es preciso tener en cuenta que no todos tienen esa necesidad de catarsis, o que, si la tienen, sea sublimada por su miedo, cobardía o individualismo. Hay quienes creen que no tienen nada interesante que mostrar, pero para mi solo se están escondiendo, alejándose de su destino, huyendo de la grandeza, prefiendo guardar su relatos antes de que si quiera existan.

Audiencia

«Exponer a los demás es una característica principal del arte y este aspecto de exhibición es lo que ha llevado a la postulación de una asociación biológica interesante entre el arte y las conductas de cortejo de los animales. La inferencia es que el artista, al exhibir su obra, está demostrando sus destrezas cognitivas, su fuerza física, su habilidad, creatividad y talento, todos considerados atributos positivos.» —Jorge Förster Mujica

La audiencia es el vértice último de la pirámide del arte, pero no por ello merece menor importancia, pues es parte fundamental de la conexión perfecta, el conjunto de seres que permiten la generación de una experiencia cumbre generada por el artista y su obra.

La audiencia es un ente colectivo, un latido que resuena en sincronía con la obra, son los ojos que interpretan, sienten y hacen suyo aquello que fue creado en soledad; es un ser racional y sensitivo, vocero que se encarga de transmitir las palabras, los sonidos y las imágenes de la obra que el artista por si solo no pudo; la ardilla que contempla al colibrí polinizar la flor, testigos de una lucha, admiradores callados, apreciadores de belleza, tocadores de lo intangible, que caminan por los pasillos de museos, llenan las butacas de los teatros, se pierden en las páginas de un libro, aplauden por horas interminadas, dejan que una melodía se quede atrapada en sus pensares durante días, recibidora grata de las ofrendas del creador, la pieza última del rompecabezas, el mar que lleva por recónditos lugares al barco inmóvil, juez, amante, amiga, compañía, complice, un cumulo de asteroides girando alrededor de una estrella, inconsciente colectivo que admira sin cansancio, generadora de significados, cantor final de la melodía, comensal ansioso y a la vez paciente, masa que se deja amasar, cafe que se permite calentar, cuadro que se acepta pintar, vaso que se consiente llenar, pistache que se autoriza abrir.

En otras etapas, incluyendo varias de las épocas de oro del teatro, desde la antigua Grecia hasta el periodo renacentista, el espectador participaba activamente en la actividad teatral, ya que se le consideraba un actor más, por ello, durante las funciones, gritaba, reprendía, comía, bebía, convivía y era parte de las catarsis colectivas.

En el periodo moderno y hasta contemporáneo, el espectador ha sido empleado en un puesto pasivo, restándole importancia, despojándolo de su menester, como sacándolo a la calle de la obra de teatro, afuera, impidiéndole reír, llorar o enojarse. En contraste, también existe la audiencia que se adjunta valor mayor al determinado, creyendo que puede moldear el arte a su antojo, o llenando de juicios sin cansancio a cuanto arte observa, o exigiendo cambios en obras creadas, como si a su hijo mendigo se le reclamase no nacer burgués o a su padre no nacer con ciertas características físicas. Lo mejor es encontrado en el punto medio, en donde la audiencia reconoce su importancia y exige calidad del artista, pero no sin pretender cambiarlo a su deseo.

Existe un concepto llamado estética de la recepción que parte de considerar a la audiencia como elemento activo, participativo y fundamental de la obra, agregándole nuevos símbolos y significados varios que componen su carga cultural, experiencias,  influencias y conocimiento, terminando de configurar la obra y haciéndola propia. Por ello el arte no existe sin la mirada que lo completa, sin la mente que lo interpreta, sin el corazón que lo late. La audiencia es un faro que ilumina el camino del artista, un recordatorio de que, en su viaje solitario, no está solo.

«El arte nunca es para el artista un monólogo, sino un diálogo que sostiene con un espectador real o imaginario, y por lo tanto, este último constituye una pieza esencial e  indispensable en el movimiento de la vida artística. Sin la perspectiva de un espectador que se interese y acoja de un modo comprensivo la obra producida, el artista sentirá debilitarse la urgencia de crear.» —Samuel Ramos

No existe nada más triste que un artista sin audiencia, por lo que es misión del creador encontrar gente capaz de oír sus melodías, de apreciarlas sin intenciones de cambiarlas. Por ello el artista debe discriminar a la gente que se queda por una o dos melodías de su verdadera audiencia. Necio es el que pretende gustarle a todos, porque pretender gustarle a cualesquiera es como intentar ser amigo de todos, moldeando su personalidad para no disgustar a ninguno, porque el que es amigo de todos no es amigo de nadie.  Ningún creador, ni en los sueños más desquiciados debería pretender gustarle a todo el mundo. Hacerlo sería lo mismo a brindar con agua en las fiestas, a nadar en los ríos con pasamontañas y a escalar el monte Everest con traje de baño. Lo sensato es encontrar personas dispuestas a oír nuestros relatos, pensar en ellos pero no crear para ellos y adicionalmente, se debe tener en cuenta que «si el autor gusta de la gente, la gente gustará de sus cuentos» —Horacio Quiroga.

Encontrar a tu audiencia puede ser tan difícil como encontrar vida en otros planetas o tan fácil como encender una vela, todo depende de la complejidad, el tipo y sobre todo, la comunicación de tu arte, siendo esto último parte fundamental del camino del artista. El marketing es herramienta olvidada pero necesaria para construir el puente que solo cruzan los exitosos, por lo que, solo aquellos que no olvidan y usan correctamente esta herramienta podrán cruzar el punte susodicho.

Tengo un artículo dedicado a encontrar a tu audiencia (leer aquí)

En añadidura, se encuentran los artistas que les da miedo publicar sus obras porque saben perfectamente que, en el momento en que su obra sale a la luz, deja de ser suya, y las interpretaciones e intenciones del artista se disuelven con las interpretaciones e intenciones de la audiencia. Pero eso no solo es inevitable, sino que es necesario. Necio es el chef que se halla en colera porque el comensal agregó salsas o soya o catsup a su platillo.

«Si nos ocultas tus aportaciones, no puede ser considerado un artista, porque el arte no tal hasta que se establece una conexión humana.» —Seth Godin

Una casa es una casa hasta que existe una familia que la habite, entonces pasa de ser casa a ser hogar. En el momento justo en que empiezas a publicar tus obras, puedes autodenominarte artista, pues has viajado del continente de la arrogancia al del altruismo, ya no eres más una persona de talento o un maestro o un interprete o un artesano, eres un creador. ¿Cuándo un escritor se vuelve un escritor, o un pintor pintor, o un músico músico, cuándo es adecuado que te hagas llamar director? En el momento en que compartes tu obra de arte al público, cuado le abres la puerta de tu alma, en ese preciso momento, ya eres escritor o pintor o músico o director.

Si le cantas a tu audiencia con el corazón y no te escucha, cambia de canción, si sigue sin hacerlo, cambia de audiencia.

Resultados de conexión

Existen cuatro tipos de resultados de conexión que se originan a través de La pirámide del arte: catarsis, interpretación, relación y conexión perfecta o experiencia cumbre, cada uno de ellos es único y se engendra mediante la unión de dos entes.

La piramide del arte | artista y arte

 

El primer resultado de conexión llamado catarsis se genera cuando el artista crea o actúa una obra de arte. La catarsis o, dicho en el habla común: liberación, purificación y manifestación de los sentidos es producida cuando el pintor pinta sus pesares, cuando el escritor escribe sus emociones, cuando el danzante danza sus ideas, cuando el actor actúa otro personaje, cuando el director dirige lo que cuando niño dirigió solo en sueños.

La catarsis es relación callada pero estruendosa entre el artista y su obra, la obra como producto de soledad y la catarsis como producto de vulnerabilidad, sensibilidad y honestidad; es el salvavidas, la elevación, restauración y antídoto del suicidio. La catarsis es un síntoma que padece el artista que ha creado con el sentimiento y la razón; cerebro, corazón y cuerpo bailando al unísono, dando como resultado una obra de arte, dando como resultado una catarsis. 

La piramide del arte | audiencia y arte

El segundo resultado de conexión —y también el más común— es la interpretación. Sucede cuando la audiencia consume una obra de arte sin tomar en cuenta al protagonista callado —el creador de la obra—, esta interpretación es menos rica que la conexión perfecta en razón de que no conocemos el contexto histórico en que fue creada. Es como tener miles de canciones en nuestro repertorio sin saber nada sobre el artista creador de cada melodía, o como leer una novela sin importarnos la odisea que experimentó el autor para escribirla, o como ver una película haciendo caso omiso de lo que hubo detrás de ella. El hecho de saber que Cervantes pasó por lóbregos días hasta escribir El Quijote hace de nuestra experiencia con la obra una más gustosa y completa, pero no podemos parar a analizar todo cuanto arte consumos, dado que no es sostenible. Esto para nada debe traducirse en cólera para el artista o el resto de personas, pues se debe tener en cuenta que la audiencia precisa de—según Arturo Sastré— tiempo libre, contexto histórico, conocimiento, cultura y dinero para apreciar en su totalidad una o varias obras de arte, por lo tanto, no se le pueden dedicar todos estos recursos al mar de arte que consumimos diariamente.

La piramide del arte | artista y audiencia

El tercer resultado de conexión es la relación, producto del vínculo creado a través de la personalidad, el relato, el conocimiento o aspecto del artista con la audiencia sin necesariamente entrar el arte en juego. Ocurre cuando abrazamos al creador y no a la obra, como ser mejor amigo de un hombre y censurar a su hijo, o como gustar del árbol pero desaprobar sus frutos, o como amar la pluma que escribe pero desdeñar las palabras que dibuja.

Este resultado de conexión es también común, pues la audiencia por propia cuenta separa al arte del artista, prefiriendo mantener una relación con el padre solo, ignorando a su hijo. Podremos tener preferencias hacia un artista —prefiriendo más su lado humano que el creador— tan solo por el hecho de ser sabio, o ser carismático, o humilde, o con un gran relato, o atractivo, o por el hecho simple de que comparte la misma nacionalidad que uno.

La pirámide del arte | conexión perfecta

Finalmente, la conexión última: la conexión perfecta o experiencia cumbre; resultado de catarsis, interpretación y relación. Para llegar a este punto, ambos, artista como audiencia, pasaron por una grande empresa para experimentar vestigios de divinidad. La llamo conexión perfecta porque es resultado de la naturaleza, esa misma que describí al inicio de este proyecto; porque representa las partes más bellas de la humanidad, unidas, una mezcla homogénea de los sentimientos del hombre; y porque llegar a experimentarla es un fenómeno tan extraño que genera una experiencia cumbre.

Experiencia cumbre

«Las experiencias cumbre, materia prima para la comprensión de las experiencias sensibles, son de naturaleza compleja. Una experiencia cumbre no es un hecho común, es más bien un acontecimiento que por su rareza puede marcar y afectar el resto de nuestras vidas. Su valor reside precisamente en su escasez y en lo que aportan al ser humano, al que llevan a dimensiones, insospechadas de enriquecimiento, autoconocimiento y realización.» —Arturo Sastré Blanco

Según Maslow, el creador de este concepto, una experiencia cumbre se refiere a los momentos de máximo éxtasis, felicidad, iluminación y frecuencias tan altas como el cielo. Pueden originarse en una actividad natural cotidiana o en la apreciación de una obra de arte. Este suceso es tan divino no porque busca completar una carencia, como es el caso de las necesidades básicas, expuestas asimismo por Maslow, sino porque se integra algo en la conciencia, algo que antes no estaba, un árbol crecido donde anteriormente era infecundo, una serendipia.

Conclusiones

La razón de porqué dediqué semanas a esté artículo es porque un suceso tan divino y, al mismo tiempo esotérico como la conexión perfecta merecía que se redactara con la mayor pasión posible. Este concepto se engendró en mi diario un 11 de diciembre del 2022, siendo publicado 2 años después, un 29 de agosto del 2024 y tardándome desde el inicio hasta su finalización 6 semanas y 4 días, siendo hasta ahora mi empresa más larga.

Traté, con todas mis fuerzas y la totalidad de mi conocimiento jovial, abarcar todo cuanto pudiera de este concepto, pues es mi concepto propio, sin embargo, sé que hubieron lagunas sin ser llenadas, o al menos en su totalidad, como la inteligencia artificial, separar o no la obra del artista, qué es y qué no es considerado arte, propósitos ocultos en el arte, entre otros temas; quizás en algún momento llene esas lagunas, quizás cuando el tiempo me deje respirar. 

Por último, tengo otras cosas por declarar y son las siguientes:

Si alguna de las partes del triangulo falta, la conexión no se halla ni cerca de la perfección, quizás presencie belleza, algo de catarsis, otro poco de éxtasis y algo más de aquello otro. Más nunca la perfección en su totalidad. Aunque un Serafín o un Querubín o un Arcángel sea extremadamente bello, no se asemeja en absoluto a la divinidad de Dios mismo. La torre de Babel por más cerca que esté del cielo, no está en el cielo. Incluso en los infinitos hay tamaños, existiendo infinitos más grandes que otros. Téngase eso en cuenta.

El deber del artista es llevar de viaje a su espectador, pasándolo de un estado de animo al otro, el arte es el transporte y la audiencia son los pasajeros ansiosos no por el destino, sino por el viaje. El artista es el piloto, el arte el transporte y la audiencia los pasajeros, si es que falta uno esta empresa no puede funcionar.

El artista es el chef, el platillo la obra de arte y el comensal es la audiencia, sin chef no hay platillo, ni restaurante ni comensal esperando por un platillo delicioso. En contraste, sin comensal en mesa, el chef no tiene más nada que dedicarse a otra cosa o, lo que es peor, hacer platillos destinados al pópulo, incluso si ello implica enfermarlos.

En penúltima cosa, quiero que se entienda este artículo como invitación abierta para crear un arte excepcional, algo que valga la pena ser creado, en añadidura, abro paso a la frase siguiente de Schopenhauer que me inspira a inspirar:

«Para ser inmortal, una obra ha de tener tantas cualidades que no es fácil encontrar una persona que perciba todas y las aprecie. Sin embargo, en todo el tiempo esta cualidad es reconocida y apreciada por uno, aquella por otro; así, el prestigio de la obra se mantiene en el correr de los siglos, y a través de un interés siempre cambiante, bien en otro sentido, bien en otro, sigue siendo apreciada y permanece.» —Arthur  Schopenhauer

Y finalmente:

«El mundo pronto necesitará de tus servicios. Está a punto de experimentar un periodo de caos que hará que los hombres y las mujeres pierdan la fe y se llenen de pánico. Sigue adelante con tu trabajo y completa tu filosofía. Esa es tu misión en la vida. Si la descuidas por cualquier causa, quedarás reducido a un estado primitivo y te verás obligado a repetir los ciclos a través de los cuales has pasado a lo largo de miles de años.» —Napoleon Hill


Dejar un comentario