Dolce far niente, el arte de no hacer nada
Vivimos en un mundo en el que estar aburrido es sinónimo de pecado. Es imperdonable que no estés al día con las ultimas series, que no hayan visto las películas que se encuentran en cartelera o que no sepas de la existencia del nuevo hit musical.
Estar aburrido es ya para los más antiguos. Que trasnochado es aquel que se empalaga cuando lo único que tiene que hacer para curar dicho síntoma es encender su celular y decidir qué hacer a continuación. Elegir entre decenas de redes sociales o seleccionar una película de la extensa cartelera que hay en las plataformas o ver cualesquiera de los miles de millones de videos que hay en YouTube. Estar aburrido se volvió aburrido.
Los italianos han encontrado un antídoto a esta enfermedad del consumismo en masa, lo llaman Dolce far niente, el cual consiste en el arte y el placer de no hacer nada.
Si le preguntases a cualquier italiano te diría que esta filosofía no es una excusa para dormir en profundidad, sino más bien, a detenerte un momento del agobiante ritmo cotidiano, ese que nos asfixia y hostiga; es una invitación a la introspección, a la relajación y a la conciencia de vivir en el momento, lo cual resulta, inevitablemente, en la posibilidad de experimentar fugaces sensaciones de felicidad y placer.
Para el creador, practicar el Dolce far niente debería ser parte de su cotidianidad, pues se nos ha dicho que para ser excepcionales debemos estar en constante inspiración, nos piden que estemos en insistente contacto con las demás obras de arte de los varios artistas cuando muchas veces, lo mejor es desconectarnos.
A veces, para encontrarnos basta con olvidarnos.
Se trata de deshabitar por un momento el mundo de los mortales para explorar nuestro universo interno, ese que dejamos olvidado porque no creemos tan interesante, cuando en realidad, todo lo que somos y hacemos proviene de ahí. Nuestras obras no son más que los susurros de nuestras voces internas. Imagina ahora lo que pasaría si escucharas las melodías completas.
El Dolce far niente no es más que un pretexto para dialogar con nosotros mismos. Porque aquel que no conversa consigo mismo no merece hablar con nadie, aquel que no conoce su universo no consigue explorar con asombro los demás, aquel que no conecta con su espíritu propio es incapaz de crear conexiones.
Lo ideal es practicar el Dolce far niente durante el día, específicamente por las mañanas, pues es el frescor del aire matutino lo que ahuyenta las malas hierbas que se plantan en nuestro cuerpo, es la luz del día temprano lo que ilumina todas nuestras oscuras pasiones. Sin embargo, cualquier momento es buen momento para conectar con uno mismo y cualquier lugar es buen lugar para ejercer el Dolce far niente.
“No es necesario salir de casa. Siéntate en tu escritorio y escucha. No, no escuches. Sólo espera. No esperes, quédate quieto. Y solo. El mundo entero estará a tus pies.” -Franz Kafka
Tampoco esperes encontrar la paz interior el primer día, ni es como que vaya a ocurrir la serendipia o que surja de pronto una epifanía que ilumine tu espíritu con una idea excepcional, es más bien un estar que promueve el surgimiento de lo anterior mencionado, sin embargo no siempre ocurre, hay veces en donde dialogas con entes aterradores (tus sentimientos y pasiones) y otras en donde conoces entes excepcionales (tus otros sentimientos y pasiones). Todo es posible cuando entras en este estado.
En un mundo lleno de distracciones y redes diseñadas para esclavizarnos, aburrirse es un acto de rebeldía. Porque no hacer nada es, en realidad, hacer mucho.